Por Robert J. Tamasy
El viejo dicho decía que las únicas cosas seguras en la vida son la muerte y los impuestos. Y esos dos ¡permanecen constantes!, al menos en la mayoría de los países. Pero hay al menos otra certeza que todos debemos enfrentar: el cambio. Así como el sol saldrá por el oriente cada mañana, cada nuevo día traerá consigo cambios de algún tipo, nos guste o no.
La pandemia de COVID-19 trajo cambios monumentales, por supuesto. Y últimamente hemos escuchado que, junto con el virus que está regresando, viene la amenaza de nuevas restricciones y regulaciones sociales que podrían representar importantes desafíos a la salud.
Pero las preocupaciones médicas y de salud no son las únicas causas de cambios masivos en nuestras vidas. La economía, tanto a nivel nacional como mundial, parece más volátil que nunca. Como resultado, la toma de decisiones tanto para nuestros negocios como para nuestra vida personal se vuelve más compleja. La tecnología es una fuente perpetua de cambio, que requiere que seamos flexibles y adaptables si queremos seguir siendo competitivos en el mercado del siglo XXI. Dentro de nuestras propias industrias, el cambio es un compañero constante… nos guste o no.
Entonces, ¿cómo vamos a responder? Me gusta el consejo del consultor de liderazgo y autor Tim Kight, quien dijo: «El cambio a menudo es inconveniente e incómodo, pero eso no lo convierte en una amenaza». Los cambios nos dan la oportunidad de diferenciarnos. A la mayoría de la gente no le gusta el cambio, así que no seas como la mayoría de la gente. Intensifica y responde con disciplina a la oportunidad que presenta el cambio».
Esas son sabias palabras. Mientras que todos los demás parecen estar agonizando y resistiéndose al cambio, tenemos la opción de aceptarlo, posicionándonos de manera única como defensores del cambio. Es cierto que eso es mucho más fácil de decir que de poner en práctica. ¿Entonces cómo hacemos esto? La fe en Dios puede ser una gran ventaja para poder hacer eso. Considera algunas cosas que la Biblia nos dice acerca del cambio:
- Dios no cambia*. Al lidiar con las cambiantes corrientes de cambio, es útil encontrar una fuente de estabilidad, un ancla que nos impida ir a la deriva. Las Escrituras enseñan que Dios es el ancla, la única constante en un mundo en constante cambio. _«Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos» [Hebreos 13:8 RVR]. «…¡Toda la gloria, la majestad, el poder y la autoridad le pertenecen a él desde antes de todos los tiempos, en el presente y por toda la eternidad!» [Judas 1:25 NTV].
- El Dios inmutable sostiene el futuro siempre cambiante. ¿Te gustaría saber que cuando se producen cambios inesperados, incluso los no deseados, puedes confiar en que se ha determinado el resultado de esos cambios? La fe en Dios nos da esta seguridad. «Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza» [Jeremías 29:11 NTV]. «Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» [Jeremías 33:3 RVR].
- Dios está siempre con nosotros. Al viajar por un territorio desconocido, siempre es útil tener un guía que conozca el camino para llegar a nuestro destino. «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento» [Salmo 23:4 RVR]. «No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa» [Isaías 41:10 NTV].