Por Ken Korkow
Hace aproximadamente 18 meses, estaba en el hospital de la Administración de Veteranos donde los exmilitares podemos recibir tratamiento. Siendo un veterano de la Guerra de Vietnam, estuve allí para una revisión de rutina. Después de que el médico revisó mi informe médico, pedí y recibí una copia del mismo.
Después de irme a casa, sumé los números reflejados en el informe. Mostró que, al sumar mis diversas discapacidades, la mayoría relacionadas con las lesiones que sufrí en la batalla, los porcentajes ascendieron al 260 por ciento. ¡Eso significaría invalidez total para muchas personas! Dos meses después de mi visita al hospital, los médicos me dijeron que tenía Parkinson y la enfermedad del Agente Naranja, como resultado de haber estado expuesto al peligroso contaminante químico mientras prestaba servicio en Vietnam. El diagnóstico de Parkinson no me molestó. Conozco a otras personas que lo padecen, y buena medida es manejable.
Mi respuesta al Agente Naranja, sin embargo, fue totalmente diferente. Vi morir a uno de mis amigos de la Marina de Vietnam a causa de eso. Estoy trabajando con otros tres hombres bajo la misma sentencia de muerte. Es una manera terrible de morir. Durante aproximadamente media hora, me permití revolcarme en la autocompasión. Me identifico con una cita atribuida al actor y director de cine Woody Allen: «No me importa morir. Simplemente no quiero estar allí cuando suceda».
Pero luego me acordé de la esperanza, la seguridad confiada, que tengo sobre la vida después de la muerte, todo por lo que Jesucristo hizo por mí: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» [Romanos 6:23 RVR]. En términos de eternidad, esta vida es apenas un abrir y cerrar de ojos.
¿Y tú? La realidad es que, tarde o temprano, por una cosa u otra, todos vamos a morir. La tasa de mortalidad humana es del 100 por ciento. Incluso si eres un joven que recién comienza en los negocios o su carrera profesional, esta es una realidad que enfrentarás algún día. Y si tienes más de 40 años, probablemente ya estés en el lado de descenso de sus capacidades físicas. No pretendo ser fatalista, pero la muerte es un hecho ineludible. Por lo que es mejor aceptar el hecho y prepararnos para ello.
Muchas personas evaden la idea de que el «fin» se acerca cada día más. Actúan como si de alguna manera pudieran encontrar una cláusula de escape. Hay preocupaciones temporales que abordar, como tener documentos preparados que indiquen nuestros últimos deseos, que van desde cómo disponer de nuestras posesiones hasta si nuestro deseo es la sepultura o la cremación.
Pero. hay una pregunta más importante que estas: ¿Estás viviendo hoy con la eternidad en mente? Después de que te hayas ido, ¿qué dejarás? ¿Qué legado habrás dejado atrás? ¿Estás, como dijo Jesucristo a sus seguidores, decidido a «ir y dar fruto, fruto que permanecerá» [ver Juan 15:16]?
¿Tienes la esperanza de la vida eterna? La Biblia también expresa: «Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios… Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» [Juan 1:12, 3:16 NVI].
Si supieras que solo te quedan dos años de vida, ¿qué harías? Yo, si supiera que solo me quedan dos años más, seguiría haciendo lo que estoy haciendo: servir a Dios y llevar a otros hacia Él. ¿Tienes la seguridad de la vida eterna? ¿Y estás haciendo inversiones de vida que durarán por la eternidad?
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN/DISCUSIÓN
1. ¿Quién era la persona más cercana a ti que haya fallecido? ¿Qué impacto tuvo en ti perder a esa persona?
2. ¿Has pensado mucho en tu propia muerte, sabiendo que es inevitable e ineludible? ¿O es algo en lo que has elegido no pensar? ¿Qué es lo que más le preocupa al respecto? Explica tu respuesta.
3. ¿Qué harías diferente, en todo caso, si supieras que solo te quedan dos años más de vida?
4. ¿Tienes la seguridad de la vida eterna, que la muerte física no será su “acto” final? Si es así, ¿en qué estás involucrado actualmente que resultará en lo que Jesús describió en Mateo 6:20 como “tesoros en el cielo”?
NOTA: Si tienes una Biblia y te gustaría leer más, considera los siguientes pasajes:
Mateo 6:19-21, 33-34; Juan 15:1-8; Romanos 3:23, 5:8; Efesios 2:8-10; Filipenses 3:12-14