Por Robert J. Tamasy 

Muchos de nosotros en el mundo empresarial y profesional hemos orientado nuestras vidas a un enfoque singular: la búsqueda del éxito. Pero ¿alguna vez te has detenido a considerar seriamente qué es realmente el éxito? 

Ese pensamiento me recuerda al perro que se deleita persiguiendo autos. Uno pasa y ahí va el perro en rápida persecución. Pero ¿alguna vez se habrá preguntado el perro qué haría si realmente alcanza al auto? ¿Qué haría el perro con esa «presa»? En cierto sentido, el éxito es muy similar. Nos embarcamos en una carrera con ciertas metas y aspiraciones en mente, logros que nos proponemos alcanzar. Pero ¿qué sucede cuando los hemos alcanzado? 

Esto me trae a la mente la idea del autor Stephen Covey, que hablaba sobre subir la «escalera del éxito», solo para descubrir, al llegar a la cima, que la escalera se encuentra apoyada contra la pared equivocada. 

En mi propia carrera, logré todas las metas que me había fijado desde el principio. ¿Ser editor de un periódico? Hecho. ¿Escribir un artículo de revista? Hecho. ¿Ser editor de una revista? Hecho. ¿Escribir un libro? Hecho. He sido capaz de lograr cada uno de esos objetivos. Y mucho más. Pero ¿alguno de ellos, incluso combinándolos, me dio una sensación de satisfacción total, de éxito final? No, porque siempre hubo algo más que pude haber hecho, siempre hubo otras personas que habían logrado más que yo, al menos en mi forma de pensar. 

El éxito a veces puede sentirse como competir en una carrera con la línea de meta alejándose cada vez más. Las promociones, los aumentos de salario y el reconocimiento profesional pueden satisfacer por un momento o dos, pero ¿luego qué? He aprendido que, en última instancia, el verdadero éxito se encuentra solo en Aquel que otorga las habilidades, los intereses, los dones y las oportunidades que usamos todos los días. 

Como se nos advierte en Deuteronomio 8:17-18: «Todo esto lo hizo para que nunca se te ocurriera pensar: “He conseguido toda esta riqueza con mis propias fuerzas y energías”. Acuérdate del Señor tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus antepasados mediante un juramento» [NTV]. Es posible que necesitemos una nueva definición o perspectiva sobre el éxito. No puedo pensar en una mejor fuente para esto que las Escrituras. Aquí algunos principios: 

  1. ¿Cómo encontramos el éxito? La Biblia nos dice que el éxito no se encuentra en lo que buscamos, sino en A quién buscamos. «Nunca dejes de leer el libro de la Ley [la Biblia]; estúdialo de día y de noche, y ponlo en práctica, para que tengas éxito en todo lo que hagas» [Josué 1:8 TLA].
  2. El éxito es establecer las metas correctas. El apóstol Pablo, entonces conocido como Saulo, lo tenía todo: prestigio, prominencia, poder. Pero entonces, su encuentro con Jesucristo puso patas arriba sus valores; sus metas fueron cambiadas para siempre, al grado de que llego a decir: «Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo» [Filipenses 3:7-8 NTV].
  3. El éxito sigue siendo una búsqueda de por vida. Pablo obtuvo una nueva comprensión de lo que significa el éxito, pero permaneció dedicado a él, su nueva misión, por el resto de su vida. «No es que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto, sino que sigo adelante, por ver si logro alcanzar aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante; ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!» [Filipenses 3:12-14 RVC].

© 2023. Robert J. Tamasy ha escrito Marketplace Ambassadors: Continuing Legacy of Evangelism and Discipleship de CBMC; Negocios en su máxima expresión: Sabiduría atemporal de Proverbios para el lugar de trabajo de hoy; Persiguiendo la vida con el corazón de un pastor, en coautoría con Ken Johnson; y The Heart of Mentoring, en coautoría con David A. Stoddard. El blog quincenal de Bob es: www.bobtamasy.blogspot.com. 

 

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PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN / DISCUSIÓN 

 

  1. ¿Cómo definirías el éxito? ¿Te consideras una persona exitosa? O ¿qué tan cerca crees que estás de lograrlo?

 

 

 

  1. ¿Por qué parece que para mucha gente el éxito sigue siendo tan difícil de alcanzar? ¿Por qué no importa cuánto logren algunas personas, nunca parece ser suficiente?

 

 

 

  1. Si consideramos, y creemos, que es Dios quien realmente nos da la capacidad de tener éxito, de producir riqueza a través de nuestras respectivas habilidades, dones y oportunidades, ¿cómo debería afectar eso la forma en que abordamos nuestro trabajo cada día?

 

 

 

  1. ¿De qué manera meditar en el «libro de la Ley» —la Biblia, la Palabra de Dios— haría posible que prosperáramos y lográramos un éxito duradero?

 

 

 

 

NOTA: Si tienes una Biblia y te gustaría leer más, considera los siguientes pasajes: 

 

     Eclesiastés 1:2-4,11, 2:24-26,5:18; 1 Corintios 3:9-11; Colosenses 3:17,23-24