Por Stephen R. Graves

El entrenador de baloncesto de mi hijo solía transmitir un mensaje simple: «No dejes que el baloncesto de la escuela secundaria sea lo mejor o lo peor que te haya pasado en la vida. Si lo es, entonces hemos fallado como entrenadores».

En otras palabras, disfruta cada minuto, pero asegúrate de que su importancia, seguridad y éxito en la vida sean mejores que esos tres años corriendo de un lado a otro de la cancha tratando de meter una pelota en un aro con una red.

Una visión amplia de la vida es esencial para florecer. Aquí hay cuatro razones:

1. Con una visión a largo plazo, respondemos bien ante el fracaso: Cuando entendemos que la vida no termina cuando sucede algo malo, nos damos cuenta de que podemos atravesar las sombras, podemos florecer.

El primer ministro británico Winston Churchill dijo: «El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: lo que cuenta es el coraje para continuar». Si un hombre como Churchill, que enfrentó mayores desafíos de los que la mayoría de nosotros jamás enfrentará, pudo vivir con esa perspectiva, nosotros también deberíamos estar inspirados para ver más allá de los problemas cotidianos y darnos cuenta de que prosperamos cuando los superamos.

2. Con una visión a largo plazo, respondemos bien al éxito: Desde una perspectiva comercial, el éxito puede volverse más peligroso que el fracaso porque dejamos de crecer. La visión a largo plazo dice que el éxito del pasado no me libera de la necesidad de crecer. Más importante aún, una visión a largo plazo del éxito nos permite beber en el éxito con humildad, dándonos cuenta de que nuestras ganancias temporales, aunque dulces y dignas de celebración, son simplemente una gota en el balde de la vida.

3. La visión a largo plazo nos ayuda a relajarnos: Una visión a largo plazo de la vida no se trata solo de perseverar a través de las luchas; también nos ayuda a relajarnos.

Cuando no está atado todo al presente y las reacciones inmediatas, nos volvemos más tolerantes. Los pequeños desaires einconvenientes tienen menos peso y el perdón llega más fácilmente. Esto es crítico para una vida que florece. De lo contrario, acabamos siendo viejos amargados.

4. La visión a largo plazo nos empuja a pensar en nuestro legado: Mientras me preparaba para una charla, estaba releyendo sobre William Wilberforce, Martín Lutero e Ignacio de Loyola, entre otros.

Todos estos líderes fueron excelentes ejemplos de liderazgo heroico y, sin duda, tenían una visión amplia de la vida y el impacto. ¿Cómo permanecerá tu impacto después de que te hayas ido?

Tener una visión a largo plazo no significa que lo inmediato no importe. Los fracasos personales, las injusticias sistémicas y las grandes tragedias son todos reales y dolorosos; nos detienen en seco y exigen una respuesta.

Pero mirar a largo plazo en estos momentos nos permite decir que la historia no ha terminado (y que no somos el autor).

En el libro de Hebreos (11:8-10), el escritor nos habla de la gran fe de Abraham. «Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como su herencia, obedeció y fue, aunque no sabía a dónde iba. Por fe hizo su hogar en la Tierra Prometida como un extranjero en un país extranjero; habitó en tiendas, al igual que Isaac y Jacob, que eran coherederos con él de la misma promesa. Porque esperaba la ciudad sobre los cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios».

Abraham pudo vivir una vida transitoria durante muchos años porque confió en Dios con su futuro y porque creía en una visión y meta máximas para su vida: la vida eterna con el Dios Creador. Esta fundación incitó su perspectiva progresista y envalentonó su fe. Es asombroso lo que podemos lograr y lo lejos que estamos dispuestos a viajar con el corazón asegurado en la mano de Dios.

Jesucristo enseñó que debemos «Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar.» (Mateo 6:20). Eso es mirar a largo plazo.