Por Steve R. Graves

No importa lo que esté mal. Ya sea que tengas fiebre, un brazo roto o te falte una extremidad, una visita al médico siempre parece comenzar de la misma manera. Después de esperar, te guían a una habitación y te piden que te sientes en una mesa de exploración. Entonces comienza tu examen. No importa cuáles sean tus síntomas, la enfermera siempre toma lectura de los mismos elementos básicos: temperatura, presión arterial y pulso. Esas pequeñas mediciones, la de los «signos vitales», le brindan al médico un panorama de tu salud en general.

En el mundo empresarial y profesional, existen lo que llamamos las «Cuatro P», las cuales son similares a los signos vitales que toma el médico cada vez que acudes a un chequeo. Son: Producto, precio, plaza y promoción. Así como la temperatura, la presión arterial y el pulso le dan al médico una idea de tu salud general, las «Cuatro P» le informan a cualquier buen consultor sobre la salud general de tu negocio. Se trate de desafíos con el marketing, de una caída de las ventas o de una quiebra inminente, sabemos que, si algo anda mal, debemos explorar más profundamente.

En el área de la salud organizacional, las «Cuatro P» han servido como puntos constantes de discusión y discernimiento a lo largo de toda mi carrera como consultor. Sin lugar a duda, cada vez que trabajo con un líder o una organización que busca crecer, dedicamos tiempo a examinar la fortaleza y sostenibilidad de cada «p».

La quinta «p»: Sin embargo, a lo largo de los años, he realizado un cambio importante en mi enfoque de estas conversaciones. Todavía trabajo con las cuatro «p» tradicionales, pero ahora constituyen la segunda parte de nuestro trabajo. La forma en que abordamos áreas como producto y proceso está guiada y, en cierto sentido, determinada por una quinta «p»: El poder del propósito. El propósito se enfoca en el «porqué» de una organización. Deja atrás el «qué» y el «cómo» y llega a algo más profundo, si es que de hecho hay algo más profundo.

El propósito debe ser nuestro punto de partida y ancla. Otra forma de pensar en el propósito es preguntar: «¿Por qué existe tu organización?». «¿Cuál es su razón de ser?». ¿Puedes responder estas preguntas? ¿Las has considerado? Cualquiera que sea tu respuesta, debería tratarse de algo más que un producto, servicio o beneficio. Debes captar la esencia de lo que te motiva y te impulsa a trabajar… y a trabajar bien.

El propósito, cuando se concibe correctamente, es una fuerza poderosa para dar forma a una organización. Informa cómo se desarrollan productos, se construyen procesos y se equipan a las personas. Incluso orienta sobre cómo se utilizan las ganancias. A diferencia de las otras «p», el propósito tiene el potencial de trascender. Las condiciones del mercado pueden obligar a cambiar la oferta. La tecnología puede alterar los procesos. Los cambios demográficos pueden dictar un cambio de enfoque en la distribución. Pero el propósito no sólo dura más que esas circunstancias, sino que también moldea nuestras respuestas a ellas.

Si eres una persona de fe, un seguidor de Jesucristo, deberás partir del propósito de servir al Señor y luego servir a los demás. Colosenses 3:23-24 dice: «Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente. Recuerden que el Señor los recompensará con una herencia y que el Amo a quien sirven es Cristo». Nuestro propósito debe comenzar con utilizar nuestros dones y habilidades para la gloria de Dios.

Si queremos ser eficaces como embajadores de Cristo; como si Dios hiciera su llamamiento por medio de nosotros [ver 2 Corintios 5:20], debemos esforzarnos por distinguirnos de los competidores que no están comprometidos con seguirlo. Nuestras decisiones y acciones deben realizarse dentro del contexto del mandato de Jesús, cuando dijo: «…dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial» [Mateo 5:16 NTV]. ¿Qué mayor propósito podríamos tener?

 

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN/DISCUSIÓN

  1. ¿Has pensado alguna vez en cómo un médico siempre controla tus “signos vitales” (presión arterial, temperatura y pulso) cada vez que vas a un chequeo o tienes una enfermedad? ¿Qué pensarías si el médico no comprobara esas importantes medidas físicas?
  1. ¿Qué pasa con lo que el Sr. Graves describe como “las cuatro P”: producto, personas, proceso y ganancias? ¿Son esas áreas de medición que tú y tu empresa suelen considerar para evaluar el desempeño de la organización? ¿Qué sucede si descubres debilidades en una o más de esas áreas al evaluar la salud general de una empresa?
  1. ¿Con frecuencia crees que las organizaciones incluyen la quinta “P” – Propósito – en sus evaluaciones periódicas de desempeño? ¿Cómo definirías o describiría el propósito de tu empresa? ¿Crees que eso está claro para todos los involucrados en la organización? Explica tu respuesta.
  1. Para los seguidores de Jesucristo, especialmente aquellos en posiciones de influencia, se sugiere que una parte importante de su propósito general debe ser honrar y glorificar a Dios, y servir a otros de maneras que sirvan como un testimonio positivo del Señor y el mensaje del Evangelio ¿Estás de acuerdo con esto? ¿Por qué si o por qué no?

NOTA: Si tienes una Biblia y te gustaría leer más, considera los siguientes pasajes:

Salmo 37:3-6; Proverbios 3:5-6; Mateo 6:19-21,33; 1 Corintios 10:31; Colosenses 3:17

 

DESAFÍO

Si eres un seguidor de Jesucristo, ¿en qué medida tu fe en Él afecta tu manera de trabajar? Si crees que esta es un área que necesita algo de trabajo, ya sea profesional o personalmente, ¿a quién podrías pedirle que te ayude a desarrollar una declaración de propósito que pueda guiar tus decisiones y acciones de manera que lo honren? Considera establecer una hora y un lugar específicos donde puedas discutir esto.