por Rick Boxx
Debido a que Microsoft Corporation tiene millones de personas que utilizan sus productos de software, han obtenido información valiosa sobre los hábitos de trabajo. Por ejemplo, en promedio, los empleados encuestados dedican el 57 por ciento de su tiempo a utilizar software de oficina para comunicaciones y reuniones. Y alrededor de dos terceras partes también dicen que les cuesta encontrar tiempo y energía para hacer su trabajo no virtual.
Se suponía que la tecnología nos ahorraría tiempo, pero hemos aprendido que a veces puede resultar contraproducente. En el libro de Eclesiastés, el rey Salomón expresó: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» [Eclesiastés 3:1 RVR]. El primer paso para mejorar la productividad es identificar el problema.
¿Cuántas horas a la semana le dedicas al correo electrónico, a los mensajes de texto y de audio, y a las reuniones? Según una investigación de Microsoft, las reuniones y el correo electrónico consumen la mayor parte del tiempo del trabajador promedio. Las encuestas mostraron que demasiadas reuniones y correos electrónicos son perjudiciales para la innovación de productos y las interacciones personales con los clientes.
Pensemos en las reuniones y su impacto en la productividad. Cuando programamos una reunión, primero debemos hacer una pausa para considerar el propósito de la reunión y cuál es el resultado deseado. Una vez que se hayan determinado, consideremos cuidadosamente quién debe estar en esa reunión y quién puede ser excluido de ella.
Jesús enseñó un principio que podemos relacionar con la manera de trabajar: «Si una de mis ramas no da uvas, mi Padre la corta; pero limpia las ramas que dan fruto para que den más fruto» [Juan 15:2 TLA]. ¿Alguna vez has pensado en recortar tu agenda? Considera programar reuniones de 30 o 15 minutos, en lugar de 60 minutos. Podrías lograr lo mismo y liberar el tiempo necesario para otras actividades laborales.
Cuando colaboramos en proyectos con otras personas, los mensajes de texto son una herramienta que debemos consultar con frecuencia. Cuando nos llegan nuevos mensajes, podemos distraernos fácilmente con otros temas. Incluso si podemos alejarnos de nuestras computadoras de escritorio o portátil, la mayoría de nosotros ahora tenemos las alertas de mensajes en nuestros celulares. No escapatoria, nos siguen a todas partes.
Los mensajes pueden crear un círculo vicioso que nos distrae del importante pensamiento y trabajo que hay que realizar. Algunas sugerencias que pueden ayudar, incluyen desactivar las notificaciones de mensajes y programar horarios específicos para revisarlos, además, reservar tiempo en nuestra agenda para enfocarnos en las tareas más importantes, a fin de evitar la tentación de estar consultando los mensajes que acaban de llegar.
También, he notado otra tendencia preocupante: el creciente número de herramientas de mensajería. Cuando comencé mi negocio de consultoría, si alguien quería comunicarse conmigo, tenía la opción de llamarme o venir a verme en persona. Sin embargo, en los últimos años, la cantidad de formas que la gente utiliza para comunicarse conmigo se ha vuelto abrumadora. Ahora superviso el correo electrónico, los mensajes de texto en diferentes aplicaciones, formularios de mensajería, además de las llamadas telefónicas. Todo esto hace que sea difícil prestar atención y tener una concentración adecuada al trabajo más importante.
Salmo 119:15 dice: «Estudiaré tus mandamientos y reflexionaré sobre tus caminos» [NTV]. Por eso, me estoy esforzando por disciplinarme en apagar con más frecuencia todas las distracciones y meditar exclusivamente en Dios y Su plan.