Por Rick Boxx

La pandemia mundial nos afectó prácticamente a todos y, aunque las terribles advertencias terminaron, su impacto aún se siente muchos meses después de que los funcionarios de salud declararan que la crisis sanitaria había terminado. Entre ellos ha estado su impacto en el mercado laboral.

En el pico de la pandemia, negocios como restaurantes y tiendas minoristas se vieron obligados a cerrar. Para muchas de las empresas que continuaron operando, los trabajadores realizaban su trabajo desde casa. Antes de la emergencia sanitaria, la mayoría de las empresas no tenían dificultad para cubrir las vacantes cuando era necesario. Sin embargo, al finalizar la pandemia, muchos empleadores comenzaron a tener dificultad para encontrar trabajadores que ocuparan las vacantes disponibles.

Los letreros de «Estamos contratando» aparecían por todas partes. En algunos restaurantes, los clientes fueron recibidos con carteles como: «Tenga paciencia. Estamos cortos de personal. Sea agradecido con aquellos que están dispuestos a trabajar». Tiempo después, este problema aún persiste. Existen múltiples razones para esta brecha de empleo, pero no pretendo abordar ese tema ahora. Lo que sí quiero destacar es, que nos hemos encontrado en un momento extraño en el que en algunas áreas hay más puestos de trabajo disponibles que personas dispuestas a ocuparlos. Cuando las personas tienen una red de seguridad financiera gracias a los subsidios del gobierno, tienen menos motivación para volver a trabajar. La Biblia observa sabiamente: «Al que trabaja, el hambre lo obliga a trabajar, pues su propio apetito lo estimula» Proverbios 16:26 [NVI].

A medida que continúa esta nueva mentalidad hacia el trabajo, es posible que debamos idear nuevas formas de motivar a las personas para que trabajen. Una forma es reafirmar una vieja verdad: que encontrar la dignidad en el trabajo es importante. Si estamos en el papel de empleadores, supervisores o líderes, debemos esforzarnos por asegurarnos de que nuestros empleados perciban y aprecien esta dignidad. Aquí hay algunos principios bíblicos a considerar:

  1. El trabajo ha sido idea de Dios desde el principio. En el relato de la Creación, que nos cuenta la Biblia, después de que el Dios trino creó a la humanidad a Su imagen, conforme Su semejanza» [ver Génesis 1:26], Sus primeras instrucciones fueron que la gente fuera a trabajar. «Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: “Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella. Reinen sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que corren por el suelo… Les he dado todas las plantas con semilla que hay sobre la tierra y todos los árboles frutales para que les sirvan de alimento”» [Génesis 1:28-29 NTV].
  2. La desobediencia dificultaba el trabajo. Todo iba bien hasta que Adán y Eva desafiaron el mandato de Dios al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Los resultados de sus malas acciones, que la Biblia llama «pecado», fue la declaración de Dios: «…maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás» [Génesis 3:17-19 RVR].
  3. El trabajo puede ser duro, pero sin duda es muy gratificante. Para encontrar dignidad en nuestro trabajo, debemos responder algunas preguntas importantes. Estas incluyen: «¿Por qué estamos trabajando?», y «¿A quién estamos sirviendo en última instancia?» Estas preguntas se responden en las Escrituras en varios lugares. La carta a los Colosenses dice: «Y todo lo que hagan, ya sea de palabra o de hecho, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente, porque ya saben que el Señor les dará la herencia como recompensa, pues ustedes sirven a Cristo el Señor» [Colosenses 3:17,23-24 RVC].

En nuestro trabajo, servimos a nuestros clientes, a nuestros empleadores y, en primera instancia, a Dios. Todos merecen lo mejor de nosotros.

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN/DISCUSIÓN

  1. ¿Has notado que, después de la pandemia, hay una continua escasez de trabajadores en algunos tipos de trabajo, como restaurantes, incluso en algunas profesiones vitales? ¿Cuáles son algunas de las causas de este fenómeno postpandemia, en tu opinión?
  1. ¿Qué te viene a la mente cuando lees la frase «dignidad en el trabajo»? ¿Estás de acuerdo con la opinión de que el trabajo conlleva una dignidad inherente, al menos cuando se hace bien y por las razones correctas? ¿Por qué sí o por qué no?
  1. El primer capítulo de Génesis enseña que Dios concibió la idea del trabajo, primero reflejado en Su propio trabajo para crear la tierra y luego el universo entero, y luego dando responsabilidades de trabajo a hombres y mujeres. ¿Cómo influye, o debería, pensar en eso en nuestro propio enfoque del trabajo?
  1. ¿De qué manera podemos impartir y fomentar el concepto de trabajo digno para nuestros empleados, colegas, clientes, y otros que encontramos en el mercado?

NOTA: Si tienes una Biblia y te gustaría leer más, considera los siguientes pasajes: Proverbios 12:11, 14:23, 18:9, 22:29, 24:30-34; Eclesiastés 9:7-10; 1 Corintios 3:9